Larga vida a la conectividad: la revolución de la red y los videojuegos

Desde un mero trámite bancario a poder descargar cualquier videojuego, Internet no sólo ha facilitado nuestro día a día, sino que, por su naturaleza competitiva y democrática, ha economizado el precio de todo tipo de productos y servicios. Pero, ¿nos ha generado realmente una dependencia?

Un mundo interconectado

La premisa es cristalina: Internet es una extremidad más del ser humano y, con ello, las nuevas tecnologías han adaptado a su naturaleza la existencia de la red de redes para ampliar su capacidad operativa ante cualquier servicio que precisemos. Un vínculo que relaciona todo tipo de ámbitos de nuestro día a día, desde las actividades más cotidianas hasta las grandes investigaciones en materia social, científica o médica. Todos estamos conectados en esa nube metafórica que, sobre nuestras cabezas, crea un infinito laberinto de datos que se genera y amplifica constantemente transportando todo tipo de información sobre prácticamente todo cuanto se nos pueda ocurrir.

Por ello, no es de extrañar que una gran cantidad de ofertas de internet se centren con cierta exclusividad en la necesidad de contratar una tarifa decente de fibra. Aunque pueda parecer una trivialidad, no poder gozar de una conexión fluida en Internet hoy en día puede convertirse en un engorro y en el detonante de muchísimas más tareas. Especialmente, porque ya no sólo nos entretenemos en la red, sino que la usamos para gestionar la vida tanto mirando los pronósticos meteorológicos como organizando una videoconferencia en nuestro trabajo. Pero, ¿hasta qué punto gobernamos Internet y hasta cuál es la red quien nos dirige?

De la negación a la ventaja

Como bien ha recabado una gran cantidad de psicólogos y sociólogos, nuestra relación con los dispositivos con conexión a Internet es prácticamente inseparable. Por una parte, nos brindan un aliciente en nuestro día a día, tanto a nivel de ocio como de firme utilidad, aunque también han demostrado ser más que hábiles para desarrollar una incapacidad emancipativa de su dominio. No obstante, ¿no podría decirse que dicha codependencia, atendiendo al mundo y contexto en el que vivimos, es, no sólo entendible, sino que justificada? Lo que antaño suponía un gran cúmulo de gestiones y movimiento hoy podemos solventarlo con tan sólo un clic.  

Muchos detractores del exceso de uso de Internet marcan dicha dependencia como un factor negativo en nuestro desarrollo como seres humanos. Sin embargo, cada realidad humana es distinta en su lugar en la historia. Hace no tantos años, en las calles concurrían hordas de individuos absortos en sus periódicos en papel, pero pusimos el grito en el cielo cuando nos absorbió el televisor. De algún modo, parece existir algún tipo de negación del propio avance tecnológico en favor de un retorno a una época donde, hipotéticamente, el ser humano era más sensible a su entorno. No obstante, ¿no ha conseguido Internet ampliar las fronteras de nuestro conocimiento y, por ende, mejorar muchísimos más ámbitos?

De nuevo, mientras que antaño esperábamos a la mañana para recoger el periódico y percatarnos de cuanto ocurrió anoche, hoy entramos en cualquier momento en la red y podemos conocer todo tipo de sucesos mundiales. Justamente, es su avance en la conectividad, desde la fibra óptica hasta el 5G en telefonía móvil, lo que nos ha permitido concienciarnos sobre más causas, más allá de nuestro entorno próximo. Más aún, en un momento como la actual pandemia donde las nuevas tecnologías de la telecomunicación nos han acercado a nuestros seres queridos en momentos duros, ¿no es la conexión fluida a Internet una oda a las relaciones humanas?

Cualquier videojuego, en cualquier momento

Profundizando en el concepto, poco se ha hablado de la revolución de la industria del videojuego, donde los discos en formato físico han ido quedando atrás a un paso agigantado que, con una primera y polémica incisión de la piratería, nos confiere hoy la posibilidad de jugar a cualquier juego a través de Internet. De Mass Effect a Resident Evil, nuestra experiencia como jugadores ha diluido la carga de las largas colas en una tienda física para obtener nuestro título para poder descargarlo cómodamente en casa. Un hecho que, a la par, ha contribuido a democratizar su precio, dado que los sobrecostes de producción y distribución se esfuman dejando lado al streaming.

Tal como suena, la buena sintonía entre Internet y la industria del videojuego ha abaratado los costes, ha fortificado su alcance y ha conseguido igualar el acceso con cierta independencia respecto a antaño del poder adquisitivo de cada jugador. Asimismo, jugar conectados a Internet requiere de una mayor conectividad, por lo que todo tipo de compañías han trabajado duro para ofrecer incluso fibras de 1GB sumando a ello llamadas fijo infinitas y de 60 minutos en móvil como apuntan las tarifas que proponen firmas como Yoigo.

Esa misma rápida conexión y capacidad de adaptación del juego a la red nos ha conferido también una oportunidad única: poder disfrutar de más juegos en nuestra consola. También optar por distintos packs, ampliaciones y otros elementos que, de hecho, han contribuido ha engrandecer el universo de cada videojuego con cada actualización. Con todo ello, la última pregunta no es sólo determinante, sino también una que se responde sola: si es esta la larga cúspide alcanzada por Internet en un sector como el mencionado, ¿qué genialidades más nos depara el futuro?

  Graba tus partidas de videojuegos con Wondershare DemoCreator

 

Related:

Leave a Comment

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.