Reseña de Supernormal: Un Juego de Terror Único y Perturbador

En el mundo de los videojuegos de terror, “Supernormal” se presenta como una mezcla curiosa de lo absurdo, lo extravagante y, a veces, genuinamente inquietante. Pocos demos han tenido el impacto del PT de Hideo Kojima, un juego que redefinió el género y cuya influencia aún se percibe en los títulos actuales. Supernormal, proclamándose como sucesor espiritual de “Allison Road” más que de PT, se destaca en este legado. A diferencia de “Silent Hills” y “Allison Road”, Supernormal ha logrado llegar a nuestras manos, y aunque no impacta tanto como sus predecesores, tiene momentos dignos de ellos… siempre y cuando estés dispuesto a soportar su primera mitad menos impresionante.

Al igual que PT, Supernormal se desarrolla en una única ubicación: la elegante casa japonesa del Sr. Sakamoto. En el papel del investigador Wyatt, tu misión es descubrir qué diablos le ocurrió a su hija, Sophia. A pesar del orden y la pulcritud, hay señales claras de que algo no está bien: sangre salpicada en el piano, huellas de manos ensangrentadas en el baño y ropa sucia acumulada en el lavadero, donde casualmente hay una pistola junto a la lavadora. Supernormal te obliga a familiarizarte con la casa de Sakamoto, explorando sonidos inexplicables y siguiendo rastros de sangre ominosos para descubrir el verdadero horror de lo sucedido.

La atmósfera tensa que crea Supernormal se ve a menudo interrumpida por elecciones extrañas, especialmente en la primera mitad del juego. Un ejemplo es la aburrida cinemática inicial, que apenas es audible por la música y efectos de sonido ensordecedores. Además, el diálogo poco convincente de Wyatt, lleno de reflexiones idiotas, rompe la inmersión.

Sin embargo, una vez que Wyatt se calla, y solo se oyen los sonidos de la casa y posibles gemidos de lo no-muerto, el juego toma un giro aterrador. Aunque nada en Supernormal se siente particularmente único, los sustos están magníficamente logrados, especialmente si juegas solo en una habitación oscura con auriculares.

El juego, de aproximadamente 90 minutos, es en esencia una gran búsqueda de pistas, con interacciones espeluznantes y eventos aleatorios que resultan más terroríficos que los guionizados. Desde fantasmas que escalan paredes hasta apariciones que recuerdan a escenas de “El Exorcista”, el juego te mantiene en vilo.

Una característica destacada de Supernormal es su sistema de reconocimiento de voz, aunque no funcionó correctamente en mi caso. Teóricamente, puedes hablar con el espíritu, pero en la práctica, esta función resulta inconsistente.

Eventualmente, descubres que morir a manos del espíritu es algo que escapa de tu control y no tiene consecuencias, lo que disminuye el miedo. Además, te das cuenta de que la luz parpadeante de tu linterna, que nunca se menciona explícitamente, no tiene significado.

En cuanto a la estética, Supernormal luce y suena increíble. La casa de Sakamoto y su iluminación son especialmente destacables, aunque toman muchas ideas de PT. La narrativa, sin embargo, es torpe y predecible, recurriendo a estereotipos dañinos sobre la salud mental.

En resumen, a pesar de un comienzo irregular y una historia predecible, Supernormal ofrece sustos auténticamente espeluznantes. La casa que exploras es visualmente impresionante, aunque la atmósfera se ve afectada por la pobre escritura inicial. Es una lástima que un juego tan breve ofrezca tan poca rejugabilidad. Aunque no llega a superar a PT, Supernormal es una forma decente para que los aficionados al terror pasen el rato. Solo recuerda, no mires hacia atrás.

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