El cloud gaming, o videojuegos en la nube, es una modalidad relativamente nueva, dentro de la industria del gaming, que está ganando terreno a pasos agigantados: ha pasado de ostentar un valor global de mercado de 152 millones de dólares en 2019, a 1,47 mil millones en 2021. Sin embargo, uno de los mayores inconvenientes que enfrenta en cuanto a su jugabilidad, desde su concepción, son los altos niveles de latencia.
Así como los servicios de streaming de videojuegos en la nube proporcionan la posibilidad de jugar sin tener que adquirir, instalar y optimizar constantemente el hardware del ordenador para que se adapte a los requisitos de cada videojuego en particular (o, en el caso de las consolas, la necesidad de comprar cada nueva versión que sale al mercado), sino que este se reproduce en los servidores remotos del servicio, el peso que se le quita al hardware del jugador, se le pone a la calidad, potencia y constancia de su conexión a internet.
La latencia es la suma de los tiempos que le toma a un paquete de datos para viajar del emisor al receptor, ida y vuelta, dentro de una red, y se mide con una unidad de medida llamada ping.
En los videojuegos en la nube, en los que el jugador está constantemente recibiendo imágenes y sonido y enviando comandos que alteran esas imágenes y sonidos, la latencia es a la vez esperable y frustrante, ya que un retraso de apenas un milisegundo puede alterar por completo una experiencia de juego.
Entonces, ¿cómo puedes reducir la latencia al jugar videojuegos en la nube?
Lo primero es medir tu conexión internet, para asegurarte de que funciona según los requerimientos mínimos de velocidad del servicio de videojuegos en la nube que utilices. Para hacerlo, puedes usar el test de velocidad de internet de Orange, que te devolverá tu tiempo de latencia, expresado en ping. En general, deberías apuntar por conexiones con un ping máximo de 50 ms. Más que eso, y es casi seguro que tendrás demasiada latencia.
En el mismo test de velocidad podrás controlar tu velocidad de subida y tu velocidad de bajada, expresadas en megabits por segundo. En este sentido, podríamos considerar que 10 Mb/s es una velocidad mínima de conexión para una jugabilidad aceptable, mientras que a partir de 25 Mb/s no deberías tener problemas.
En todo caso, las conexiones físicas siempre son mejores, en cuanto a velocidad y constancia, que las inalámbricas, como el Wi-Fi. Puedes convertir tu conexión a inalámbrica con solo conectar tu router a tu ordenador mediante un cable de Ethernet.
Si conectar tu ordenador o dispositivo físicamente al router no es una opción (por ejemplo, si juegas desde tu móvil), también puedes optimizar tu conexión Wi-Fi: cambiando la frecuencia de 2,4GHz a 5GHz, asegurándote de que ningún otro dispositivo ocupe la misma frecuencia; acercando el router al dispositivo, controlando que no haya interferencias; y priorizando tu dispositivo dentro de la red a través de la configuración del QoS (Quality of Service) o, en su defecto, asegurándote de que no haya otros dispositivos conectados a la red al mismo tiempo, consumiendo demasiado ancho de banda.
Si la latencia persiste, quedan dos consideraciones posibles para mejorar tu rendimiento: la primera, considerar cambiar de proveedor o de plan de conexión (por uno más rápido, por supuesto); la segunda, tener en cuenta la distancia a la que se encuentran los servidores (los centros de datos) de tu prestadora de servicios de videojuegos en la nube, ya que mientras más lejos estén de ti los servidores, más posibilidades tendrás de experimentar latencia.
La industria del cloud gaming, los videojuegos en la nube, seguirá creciendo en los próximos años, al mismo tiempo que la tecnología hará cada vez más accesibles conexiones más rápidas y estables: conexiones de fibra óptica y de 5G, por ejemplo, son cada vez más comunes, y posibilitan experiencias de juego más rápidas y estables y, en definitiva, mejores.